20/2/10

Barcelona (segunda parte) y despedida



Hola

Como siempre que empiezo estas narraciones, olvido escribir algo para terminar. Hace ya un mes regresé de Europa y podría decir tantas cosas que ya lo he olvidado, pero empecemos.

En Roma estuve hasta el 15 de enero, el último día no hice sino preparar las maletas, lavar la ropa y asegurarme de no olvidar nada porque el viaje de regreso definitivo estaba muy cerca. Había comprado un tiquete de regreso a Barcelona, vía aerolínea de bajo presupuesto Ryanair. El tiquete me había costado 50 euros pero cometí el error de no registrar la maleta, ese descuido me costaría unos 35 euros más.

Partí del Roma Termini hacia el aeropuerto de Ciampino, que quedaba a 40 minutos en bus, no tanto por lejos sino por el tráfico lento para salir de la ciudad. El vuelo a Barcelona salió al atardecer en dónde pude ver las luces de Roma por última vez para atravesar el mediterráneo.

Una vez llegamos a Girona (ciudad a una hora de Barcelona), me sentía como en casa, porque ya conocía Barcelona, me agradaba el ambiente y me parecía una ciudad más cosmopolita que Roma y las otras. Ver la torre Agbar de noche fue magnífico.

En el vuelo conocí a dos chicas brasileras que andaban de excursión de morral como yo, aproveché mi conocimiento de la ciudad para irnos juntos caminando hacia La Rambla que no quedaba muy lejos. Allí una de las chicas, llamada Natasha, tan linda como el nombre, nos sugirió ir a comer una Paella de las buenas y eso hicimos. Comimos la mejor paella del viaje, deliciosa, un poco más cara pero ya no importaba mucho. Las chicas provienen de Brasilia, estudian posgrado en biología y fueron tan amables que hubiera querido acompañarlas más tiempo. Algo tarde las acompañé (yo con 25 kg encima) hasta el otro lado, la calle de Las Corts Catalans, dónde habían hecho reservaciones. Tenía la esperanza de poder quedarme en ese lugar, pero esta vez la suerte no me acompañó. No había habitaciones disponibles y mi reciente amistad con estas dos bellas, inteligentes y agradables chicas terminó porque no las volvería a ver.

Me encontraba aproximadamente a 4 km del lugar en dónde podía quedarme, pero ya estaba solo, con mucha carga y era muy tarde, más o menos las 11 pm en invierno. Por eso tomé taxi (cosa muy rara en mi viaje) para que me llevara al lugar. En el barrio gótico encontré un hostal mejor, más central y un poco más barato del que había estado anteriormente. Un hostal administrado con gente de la India.

Una vez llegué sólo quice bañarme y conectarme a internet gratis (en Roma me cobraban carísimo la hora). Me acosté muy tarde, sin ganas de nada más que dormir.

Al día siguiente ya tenía mi mente puesta en Colombia, creo que las ganas de seguir visitando y conociendo se me había quitado, me levanté tarde, fui a comprar cosas para llevar a mi familia y algunos amigos. Tenía sólo unos cuántos euros y por estar todo caro, comprar chocolates de todas las variedades que tenía precios razonables, fui al famoso almacén El Corte Inglés y compré un montón de chocolates lo más rendidor posible. En la tarde traté de buscar pequeños juguetes para mis sobrinos pero no fue mucho lo que encontré.

Tal vez hubiera querido ir al parque Güell que no había podido ir la primera vez, pero el viaje era en la madrugada del día siguiente ya estaba algo cansado, no tenía plata, y mi mente ya estaba en el viaje. Ahora que veo las fotos de algunos de los amigos que hice en el viaje lamento no haber estado en algunos lugares que ellos si pudieron, pero bueno la verdad que lo que conocí fue mucho.

Esa tarde subí cientos de fotos al facebook finalmente y bueno la pasé bien, me acosté temprano, preparé todo el equipaje y me levanté a las 4.30 am, allí salí caminando y cuando salí a la Rambla encontré de todo: lleno de gente borracha, me ofrecía droga en las esquinas, unas chicas morenas me ofrecían sus servicios, en fin, la locura nocturna como en Medellín.

Tomé el autobús al aeropuerto con la expectativa de encontrarme con mi compañera de trabajo Yolanda y saber sus aventuras, hacía tres semanas que no la veía ni sabía de ella. Media hora después de llegar al aeropuerto vi llegar a Yolanda con sus maleticas, fue un momento chévere, verla de nuevo. De allí en adelante el viaje fue corriente, con ciertos atrasos en Barcelona y en Madrid pero no fue gran cosa. El viaje de Madrid a Bogotá duró 10 horas, partimos a las dos de la tarde de España y llegué pasadas las 6 pm, el viaje fue tranquilo, algo largo por las ganas de regresar, pude ver un despegue y un aterrizaje en vivo a través de una cámara en la cola del avión (para mi eso es muy interesante).

Llegar a Colombia fue reconfortante, algo caótico porque mi maleta demoró demasiado y casi pierdo la segunda conexión hacia Medellín. Salvo un susto por varios saltos que dio el avión de Avianca por los fuertes vientos, todo fue normal.

En Rionegro estaba prácticamente todo mi familia, mi mamá, mis hermanos, todos mis sobrinos, mis cuñadas... como siempre ha sido. La familia si es la incondicional.

Les comparto algunas de las fotos que más me gustaron del viaje, con la intención de ambientar este último relato.


Desde la cúpula de San Pedro, Roma


Mercado La Boquería, Barcelona

Sebastían y María José, Roma

Salto, Mónaco

Costa Azul, sur de Francia

Azotea Casa Batlló, Barcelona

Casa Batlló, Barcelona

Exposición al aire libre, Sevilla

La Mezquita, Córdoba

El Albaicín, Granada

Rincón de la Alhambra, Granada

Bueno espero cerrar estas pequeñas narraciones que antes que a otra persona, me sirvieron a mi mismo para reafirmar mis propias experiencias, fue un viaje único, irrepetible; viajar solo, como morralero es lo mejor.

Saludos

Álvaro